El pivot de 37 años, quien asegura “me siento de 28 o 29”, volvió al club con un mensaje para los jóvenes: «los valores que inculca el básquet valen la pena, así que a darle para adelante».
Alejando Zilli es de San Justo, Santa Fe, se mudó a Paraná para estudiar Ciencias Económicas una vez que terminó el secundario y la capital entrerriana se convirtió en su nuevo hogar, donde comenzó su carrera como basquetbolista profesional y luego conoció a su esposa y tuvo a su hija. La disciplina ya era habitual en su vida, ya que a los cinco años comenzó a jugar, pero nunca se imaginó dedicarle su vida.
En el 2001 Zilli se acercó al club para jugar en la primera, “vine con unos compañeros de San Justo, la idea era estudiar y jugar en la local, justo estaba Silvio Santander y me preguntó si quería jugar profesionalmente, hablé con mi vieja y decidí probar un año para ver que onda”. Esa prueba significó un cambio de la vida del pivot, “esas temporadas en Echagüe me marcaron” aseguró, “jugué dos años, en uno no tuve tanta participación, estaban Damián Tintorelli, Antonio Porta; al año siguiente si jugué bastante, con Mariano Byró, Juan Pablo Cantero, jugadores que participaron de la Liga Nacional, esa temporada marcó un antes y un después en la vida de muchos”.
Luego de jugar dos temporadas en Echagüe, Zilli se fue a Sionista, “necesitaba una tranquilidad y la verdad que su propuesta era para intentar jugar Liga Nacional”. Después pasó por otro clubes, Libertad de Sunchales, Instituto de Córdoba, Estudiantes de Concordia, Hispano Americano de Río Gallegos, pero “hace un par de años que ya quería volver a la ciudad, quedarme cerca, me tira mucho mi hija, y estando la oportunidad de Echagüe no había mucho que dudar”.
Cuando volvió, el pivot dijo encontrar “un club ordenado, que nuevamente tiene muchas disciplinas, que no compromete lo que es el club con la Liga Argentina, me parece que hoy es algo serio, algo que está bien hecho”. Cuando Zilli se fue, en 2004, el país se estaba recuperando de una crisis, y Echagüe atravesaba un momento complicado, entonces le dio tranquilidad encontrarse con una institución que logró superar sus dificultades.
Cuando comenzó su carrera, Oscar Heis fue un gran compañero “era uno de los más grandes y cuando llegué a Echagüe sin entender nada me ayudó bastante, en momentos complicados el estuvo y nos fuimos a jugar juntos a Sionista, como el no he tenido, me ha dado una mano importante”. Además recuerda a Mariano Byró, Pablo Jawroski, personas que considera amigos que el básquet le ha dejado, “me llevo bien con todo el mundo, pero amigos que el deporte me dejó son cinco o seis”.
Actualmente es parte de un plantel completamente nuevo, “nos vamos conociendo, el grupo humano es muy bueno y eso está bueno porque va a ser mas fácil cuando nos toquen momentos malos o cuando haya que decir o corregir cosas; supongo que en algún momento, como en todo equipo va a haber algún corto, pero está bueno que pase porque eso quiere decir que hay distintas opiniones, pero por ahora vamos bien y tenemos como prioridad que el equipo gane”.
Después de 15 años, Alejandro Zilli volvió a Echagüe, y nota diferencias, “soy una persona más tranquila, creo que los años no vienen solos y las cosas que fueron pasando en estos años me cambiaron, el nacimiento de mi hija por ejemplo, pero intento mantener la esencia que aprendí en mi casa”. Por otro lado, es probable que sea capitán, ante esta posibilidad dijo: “he sido capitán de casi todos los equipos en los que jugué, no cambia mi forma de ser, siempre creo que me manejo de la misma manera, me gusta opinar, hablar dentro del grupo y por más que no lo sea lo haría igual”.
El pivot dejó un mensaje de aliento para aquellos jóvenes que quieren dedicarse a jugar al básquet y tienen miedo o no están seguros: “persigan el sueño, intenten hacerlo realidad, por ahí creen que no es tan lindo perderse cosas por la pelota de básquet, pero si de verdad les gusta, creo que es una linda apuesta, si bien te perdes momentos, ganas muchos otros porque el básquet no es un deporte individual, sino grupal, eso está bueno, porque los valores que inculca la disciplina valen la pena, así que a darle para adelante”.